jueves, 2 de septiembre de 2010

TU LLEGADA

TU LLEGADA


El aviso de tu llegada me tomó por sorpresa. En un momento dije que no podría con tanta responsabilidad. Supe que si tendría que dejar de pensar en mí, sabía que el transcurso de mi vida se iba a dar un salto más grande que de Yelena Ysimbayeva.

Te miraba pero sabía que tú no podías mirarme, eras demasiado pequeño. Quería sentirte y no podía y pensaba que las cosas solo se pueden sentir vía contacto físico. Luego me di cuenta de que con solo mirarte se podía sentir la ternura que solo tus ojos me hacen sentir.

Empezaste a crecer poco a poco, sentía que nuestra conexión se hacía más fuerte, sentía la necesidad diaria de protegerte, brindarte más que una mensualidad. Sentía que querías verme y que yo esperaría sentado tu llegada.

Poco a poco ibas creciendo más, el ánimo se ponía más pesado, más sensible. Podías llorar viendo una película en donde yo me destartalaba de risa. Te reías de solo verme llorar. Quería subir y tú querías bajar. Quería silencio y tú querías ruido y música. Tus comidas se volvieron desordenadas, querías un ternero al horno cuando ni siquiera teníamos un palo ni leña y Mistura estaría muy lejos de nuestra mediana economía.

Cuando llegaba cansado de trabajar, te saludaba y te preguntaba cómo había sido tu día. Si ese día habías aprendido algo nuevo y quería que lo compartas conmigo. Aún no podíamos vernos, aún no podía tocar tus manos pero sabía, en mis sueños, que podías sentirme, escucharme y amarme. Había días en que te cantaba, te aburría y simplemente me dabas la espalda para luego voltear y patear como sólo tú lo hacías. Sabía que sonreías cuando dormías. Te decía y contaba los días para que te vayas acostumbrando a mi voz, a mis manos y a la forma tan extraña que tengo de decir las cosas. Por las noches te abrazaba porque no quería que ninguna pesadilla te perturbe, porque no quería que despiertes, porque no tenías por qué pasar frío.

El tiempo pasó, hubo sismos sentimentales, afortunadamente no hubo víctimas mortales, pero sí hubo daños en los cimientos que jamás han podido volver a recuperarse por más esfuerzo que se hagan. Simplemente, te esperé, porque contigo aprendí a ser paciente, a mirarte y simplemente sentir que mi corazón se estaba saliendo de la emoción. Me sentaba e imaginaba, qué haría cuando llegues, qué te diría, por qué hice esto y por qué aquello. Por qué duermes donde duermes, por qué a veces por más me busques no me encuentras. Pensaba en que tu llegada cambiará ese sismo pero no, tu llegada reflejó un terremoto y un tsunami que pasa cada cierto tiempo afectando a las mismas personas.

Finalmente, luego de varias horas de angustia, de varias idas y vueltas, llegaste. Llegaste y mi vida entera cambió por completo. Un día entero no dormí pensando que querías verme y que yo también quería verme. Llegó el día en que pude verte, vi tus ojos y me di cuenta que te amé desde antes de tu llegada, que mi paciencia por primera vez en mi vida, dio resultado. Te vi, te abrasé, te besé. Me miraste y te miré. Tu corazón latía muy rápido, tu piel era morada, no tenías cejas, tus manos eran demasiado pequeñas y muy hermosas. Tus labios estaban calientes y tu cuerpo aún padecía luego de todas las horas que pasaste para poder venos.

Luego de casi cien días de estar contigo, me he dado cuenta que no te dejaré, que mi imagen será el primer recuerdo de tu mente, que el calor que sentías antes de vernos lo seguirás sintiendo cuando sientas frío. No hablas, pero no es necesario, nuestros corazones no se necesitan hablar aún, solo falta abrazarte y mirarnos.

Juegas con tus manos porque aún estás pequeño para cosas más grandes, tus piernas son dos extremidades que alegremente mueves con espectacular velocidad, tus ojos me siguen a donde vaya excepto que estés dormido. Relativamente soy más caliente y por eso duermes muy bien en mis brazos, tu cabello es el más fino del mundo, tus manos no me sueltan y no dejo de mirarte.

Esto es para ti, mi pequeño. Mis palabras se las podrán llevar el viento pero mis letras estarán grabadas en tu corazón.